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Wendy y Campanilla: los nuevos arquetipos femeninos

La obra literaria “Peter Pan”, escrita en 1911 por el dramaturgo escocés Sir James Matthew Barrie, cuenta la historia de un joven, llamado Peter Pan, que se resiste a crecer y que huye de su casa para vivir en el “País de Nunca Jamás” con las hadas y un grupo de niños perdidos. La aventura realmente comienza cuando Peter, acompañado por Campanilla, invita a Wendy y a sus dos hermanos menores a visitar su país y la niña asume el papel de madre de toda la comunidad infantil.

Probablemente su creador nunca imagino que sus tres personajes principales, 100 años después, se convertirían en auténticos arquetipos de nuestra sociedad.

En 1983, el psicólogo norteamericano Dan Kiley denominó como víctimas del Síndrome de Peter Pan a aquellos hombres, o mujeres, que no quieren crecer, o lo que es lo mismo, asumir las responsabilidades de la vida adulta. Solo un año más tarde, tras analizar en profundidad el perfil de quienes interactuaban con los hombres de tipo Peter Pan, acuñó el término Síndrome de Wendy para aquellas personas que actúan como madres o padres con su pareja y con otros seres que consideran importantes en su vida.

El Síndrome de Wendy se manifiesta en aquellos individuos, habitualmente mujeres, que sienten una necesidad absoluta y exagerada de satisfacer al otro, de sentirse imprescindibles para la pareja e hijos y cuya necesidad esta basada en su miedo al rechazo, al abandono, a no sentirse querido ni valorado; en definitiva, se comportan así por una necesidad imperiosa de seguridad.

Esta conducta la podemos encontrar dentro del núcleo familiar en padres o madres sobreprotectores y en las relaciones interpersonales, con personas muy cercanas.

Aquellos que padecen el Síndrome de Wendy no son capaces de tomar las riendas de su propia vida ya que dedican todos sus esfuerzos a controlar la vida de otra persona. Son individuos a los que, inconscientemente, les cuesta mucho permitir a sus seres queridos ser más independientes o asumir su papel en la vida.

Frecuentemente el origen de éste síndrome se encuentra en el pasado familiar, en situaciones en la que esa persona se sintió excluida y desprotegida, y por ello trata de compensar, en la edad adulta, su falta de guía y protección representando el papel de aquellos padres de quienes no la recibió. Según el psicólogo clínico Samuel Merlano, también puede darse en aquellos individuos que se saltaron alguna etapa de su crecimiento y se vieron obligados a madurar antes de tiempo debido a circunstancias familiares como, por ejemplo, tener que hacerse cargo de hermanos menores al faltar la madre, o trabajar para mantener al resto de la familia.

La mujer Wendy, agrega Merlano, es muy dependiente, no soporta la soledad y necesita la aprobación de los demás. Ni tan siquiera tiene claras sus propias metas o sueños, ya que su única razón de vivir es volcarse en su pareja o hijos para sentir alegría y satisfacción.

No puede existir un Peter Pan sin que exista alguien que apoye y sostenga dicha forma de vida. Como señala el psicólogo Angel Marin Tejero: “Tras un Peter Pan siempre tiene que haber una persona, hombre o mujer, dependiendo del caso, que se encargue de hacer todo aquello que no hace él. Peter Pan no existe si no hay una Wendy que le aguante“.

Como el síndrome se proyecta como una tendencia del individuo a ser el solucionador de todas las necesidades del otro, no es fácil reconocerse a uno mismo en esa situación. Así, una esposa no puede desempeñar plenamente su papel dentro de la familia ya que, buscando lo que ella cree que podría satisfacer al esposo, actúa como madre de su pareja asignandole el papel de Peter Pan y ella el de Wendy.

El Síndrome de Wendy se refiere, en resumen, a una incapacidad para asumir que cada uno necesita hacerse responsable de sus propios actos y no precisa de “padres sustitutos” para el resto de su vida.

Los afectados no se sienten felices y sufren un gran vacío existencial e insatisfacción en sus relaciones de pareja. Estas mismas sensaciones afectan también a madres cuyos hijos no queriendo crecer evitan asumir responsabilidades acordes con su edad. Un exceso de sobreprotección tiene un efecto negativo en ellos, no les permite desarrollar su autonomía, los va atrofiando psicológicamente y los hace incapaces de enfrentarse a la vida. Este es otro aspecto por el que que este Síndrome de Wendy se relaciona con el de Peter Pan, ya que frecuentemente madres Wendy generan hijos Peter.

Volviendo a la opinión del psicólogo clínico Samuel Merlano, existen situaciones en las que las madres Wendy crean hijos-padres, quienes se convierten en “sus verdugos”: les ordenan, les dicen lo que deben cocinar, les exigen que les ayuden con cualquier necesidad de una manera imperativa y despótica. Lo que podría estar pasando es que, en cierto modo, estén recreando el ambiente familiar de inseguridad en el que ellas crecieron.

Para Liliam Cubillos, Catedrática en Psicología Clínica, el Síndrome de Wendy, lejos de ser un tema nuevo, ha estado siempre presente. Hace tres o cuatro décadas era parte del patrón del hogar respetable: Las mujeres eran educadas para atender a los hombres y convertirse en esclavas de sus maridos al casarse.

Pero tanto en el cuento como en nuestra sociedad existe otro personaje, otra clase de mujer , que se siente atraída por las víctimas del síndrome de Peter Pan. A diferencia de quienes responden al arquetipo de Wendy, ellas desean espontaneidad, madurez y adaptación mutua en la relación con su hombre. Reconocen la inmadurez de Peter pero aún así le aceptan: son Campanillas. Ellas, como Wendy, también esperan que Peter supere su conducta infantil, con la diferencia que si esto no ocurriera se marcharan por su propio bien, desencantadas y desilusionadas, y no se aferraran desesperadamente a él, como haría Wendy, suplicando su amor.

Si bien es cierto que tanto el personaje como la personalidad de Peter Pan y de Wendy se han mantenido con apenas modificaciones a través de las distintas interpretaciones de la obra original, la factoría Disney nos presenta una imagen de Campanilla como un ser lindo, frágil, risueño, un hada encantadora que dista mucho de la verdadera personalidad que tiene la Campanilla del cuento original escrito en 1911. 

Campanilla representa la alegoría de los celos y la manipulación, capaz de traicionar a su amado Peter Pan porque no solo no le presta especiales atenciones, sino que se muestra interesado en Wendy, a la que Campanilla percibe como una muchacha ñoña.
La mujer que, hoy en día, se ajusta al arquetipo de Campanilla se define por ser brillante, perfeccionista, competente, destacar en su trabajo, ocupar con éxito puestos de responsabilidad, siempre tiene razón y logra superarse a sí misma. Son encantadoras y seductoras, impresionan y atraen a los hombres, pero…. su vida afectiva es desastrosa.

Según opina la psicoterapeuta francesa Sylvie Tenenbaum, autora de diversas obras sobre este tema: “para estas Campanillas modernas los hombres raramente están a su altura”. Cada uno de los diversos pretendientes de los que se rodea, no olvidemos que es envolvente y cautivadora, cree ser especial . Ella le hace creer que es el elegido, pero en realidad nunca llega a serlo debido a su pánico al compromiso. Ella puede no ser capaz de elegir con cual se queda pero… que se cuiden mucho sus rivales de acercarse a su territorio de caza.

Su comportamiento amoroso es particular: Campanilla obnubila a sus pretendientes, los hace soñar mientras ella se mantiene fría y en control constante de sus emociones. Rara vez se enamora, resistiendose al amor ya que amar, para ella, es un signo de debilidad. Si en un descuido de su eterna guardia se cuela el amor en su vida, Campanilla reprimirá sus sentimientos y desafiará a su elegido a que la conquiste. Su pretendiente tendrá que esforzarse y, si no consigue complacerla, ella lo traicionará.

En la sociedad en la que vivimos las mujeres han alcanzado, entre otros, dos logros importantes: descubrir su derecho a triunfar y perder el miedo a comportarse como los hombres tanto a nivel afectivo como social, de ahí que las Campanillas sean cada vez mas numerosas. Igualarse a los hombres emocionalmente hablando les ha hecho adoptar la cólera, tradicionalmente considerada una emoción masculina, y por ello reaccionan encolerizadas contra aquellos que no las aprecian tal como son, contra quienes no las comprenden y contra su entorno y la vida en si misma, llegando a hacer pagar a los hombres presentes en su vida su vacío afectivo: el hecho de que su propio padre no las quisiera como ellas consideraban que merecían haber sido queridas..

En algunos núcleos familiares, por una simple cuestión cultural, el hijo varón podia llegar a obtener mas atención por parte de sus progenitores haciendo que su hermana llegase a desear haber nacido niño. Este es el caso de Campanilla: de pequeña se acostumbró a controlar sus sentimientos y su frustración, y a superarse para plantarle cara a la vida, todo esto para demostrar su valía ante los ojos del padre, sin dejar de culpabilizar también a su madre, figura que incluso llega a ver como rival.

Detrás de una fachada de control total se oculta una persona con un profundo malestar, frustrada, manipuladora y celosa. Esta mujer. explica Tenenbaum¨: “vive la vida como si dentro de ella hubiese otra persona”.

Una vez comparados ambos perfiles, existen una serie de características que definen cada comportamiento.

Se entiende como característicos del Síndrome de Wendy el hecho de que:

  • El individuo se sienta imprescindible o suponga que la otra persona no podrá arreglárselas sola sin su presencia.
  • Entienda el amor como sacrificio y se resigne al sufrimiento que esto le supone.
  • Evite a toda costa que el otro se moleste o incomode.
  • Intente continuamente hacer feliz al otro, aun a costa de sus propios sentimientos.
  • Insista en hacer las tareas y asumir las responsabilidades de la otra persona.
  • Pida perdón por todo aquello que no ha hecho o que no ha sabido hacer aun cuando la responsabilidad, evidentemente, no es suya.
  • Sienta una necesidad imperiosa de cuidar al otro, más allá de lo razonable asumiendo una figura paterna o materna.
  • Se sienta falto de atención.


A menudo es difícil detectar estas características típicas de Wendy ya que tendemos a ver en estas acciones algo positivo, y no reparamos en que, probablemente, detrás se esconda una actitud no sana.

La superación de este síndrome pasa por recurrir a la ayuda profesional que le oriente sobre como establecer relaciones equitativas con las personas, a escuchar activamente los problemas de los demás sin sentirse obligado por ello a resolverlos. Para eso es preciso establecer límites de lo que le corresponde y de lo que no. Es de vital importancia para estos individuos cultivar la autoestima y acostumbrarse a decir “NO” como una forma de autoafirmación de uno mismo. Aprender a madurar, a pensar que cada uno es responsable de su vida, no asumiendo los deberes y responsabilidades de los demás.

Por el contrario, en el caso de Campanilla, para salir adelante, tendrá que rehabilitar a la pequeña niña que fue una vez, sanando y liberando todas sus emociones reprimidas. Su cólera sólo enmascara una gran tristeza y ha de hacerse consciente de ella. “Para esto se requiere una especie de auto-maternidad, poner nombre a los sufrimientos y descubrir quién se es de verdad”, precisa Tenenbaum.

Paloma Hornos Terapeuta de Técnicas Energéticas

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