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Estuvimos con el Lama Geshe Ahbay Tulku Rimpoché

 

Somos seres con un mundo interior y una realidad exterior, si solo cultivamos nuestro exterior nos apartamos de  nuestra esencia”

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Como cada año el Venerable Lama Geshe Ahbay Tulku Rimpoché, de la Orden de Galuppa, representante de Su Santidad el Dalai Lama, ha visitado nuestro país y hemos tenido la oportunidad de intercambiar impresiones sobre distintos aspectos de la sociedad Occidental respecto a la filosofía y religión Budista-tibetana.

La misión de sus viajes es pastoral y su labor es la de transmitir las enseñanzas de Su Santidad el Dalai Lama, quien nos recuerda la importancia de practicar el amor y la compasión, la tolerancia, la paciencia y la humildad. Esos valores esenciales representan conocimiento, pero no solo para la mente, si no para el corazón: escuchar, pensar, meditar, sentir. Desde la escucha y la práctica, poniendo el corazón, se logra el cambio.

A ojos del Venerable Ahbay, el mundo actual sufre de ego, de rabia… con una potente carga negativa que destruye nuestra paz interior y la armonía entre los seres. Para compensar esta carga negativa nos recomienda practicar la humillad y la tolerancia. Considera que Occidente está volcado en poseer cosas materiales, olvidando lo interior. Lo material, en su opinión, es importante siempre que no olvidemos la educación espiritual, el amor y el respeto.

“Somos seres con una parte interior y otra exterior, si nos centramos en cultivar  la parte exterior olvidamos nuestra esencia”. Según sus palabras, “Occidente disfruta de cosas materiales pero padece de gran ego, rabia, tristeza…: sin paz interior se acaba necesitando medicinas para sanar la mente y las emociones; por el contrario, los budistas centramos nuestra atención en mejorar la calidad de nuestra vida interior”

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A nuestra petición de que explicara qué era el Budismo, su respuesta no podía ser más inspiradora:

Budismo no consiste en rezar, entonar mantras o estudiar las escrituras: en realidad supone un cambio en nuestra mente, en nuestra forma de comunicarnos, en nuestra actitud, para convertir nuestros pensamientos de negativos a positivos.

Los budistas lejos de pensar solo en sí mismos se centran en el otro, considerándole más importante que uno mismo. “Piensa en el otro, amarle, rezar por él y hacezle llegar su amor: esa actitud permite que encontremos lo que buscamos”, afirmaba esta gran persona.  “Pensar solamente en uno mismo no deja espacio para los demás, haciendo que suframos de egoísmo o de envidia. Pensar en el otro permite que brote el amor y que surja la armonía. La Paz no proviene de las cosas materiales, sino de esa armonía. Todo lo que como, lo que compro, cada cosa que leo llega a mis manos gracias al trabajo de otra persona: ¿Cómo no pensar en el otro?”

“El hombre occidental se centra en tener una vida material resuelta: riqueza, poder, éxito, mientras que el budista piensa en la próxima vida. Cree en la vida pasada, en la presente y en la futura, por eso se centra en hacer las cosas bien, en crear con su pensamiento, sus actos, sus palabras un buen Karma. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos nuestros actos, nuestros pensamientos, nuestras palabras generan ese Karma: ¿Actúo para facilitar la vida a los demás?, ¿pienso con amor, tolerancia, perdón, humildad? ¿Hiero con mis palabras? “

“Amar al prójimo nos permite disfrutar de buena salud y de mejor actitud para ganarnos la vida. En Occidente se disfruta de dinero, de poder, pero no de suficiente amor, lo cual supone que en muchas familias no haya unión, no haya cohesión, no exista el respeto. Las familias se desestructuran, los mayores se olvidan en residencias donde los hijos nunca los visitan…En la sociedad budista, eso es impensable ya que sentimos un gran respeto por los padres, considerándolos figuras importantes en nuestras vidas: todo lo que tenemos lo hemos recibido de ellos, incluso lo más importante, la vida. Los padres hacen todo lo que esté en su mano para ayudar a los hijos y los hijos apoyan, cuidan y respetan a sus padres, siempre. Los budistas sentimos especial  devoción por nuestra madre: crecemos dentro de ella, quien cuido de su cuerpo para nosotros; se entrega al sufrimiento de parir para que nazcamos y dedica los primeros años a cuidarnos… como no va a ser la madre lo más importante!. “

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Para el budismo tibetano, mucho más importante que tener conocimientos es poseer valores como compasión, amor, humildad, paciencia, respeto, tolerancia y bondad de corazón, valores que profesores han transmitir a los jóvenes. La educación en Occidente se centra en saber cosas, olvidando nutrir y enriquecer nuestro mundo  interior. Los primeros años de vida son cruciales porque es cuando la mente está fresca y preparada para aprender. Padres y profesores han de asumir la gran responsabilidad de enseñar a los ninos a crecer felices y serenos; ellos, las futuras generaciones se encargarán de ensenar a sus hijos y así, poco a poco, el mundo  se convertirá un lugar mejor en el que imperen valores esenciales, y la única y mejor manera de enseñarlos es practicarlos y compartirlos.Si desde una edad temprana los responsables de educar a un niño lo hacen desde la práctica de los valores, compartiendo con él, escuchándole y respetándole, cuando esos niños lleguen a la juventud, serán personas con valores profundos”

Muchas gracias al Venerable Lama Geshe Ahbay Tulku Rimpoché por compartir una mañana con nosotros.

Paloma Hornos

Terapeuta de gestión de las emociones

www.gestionemocional.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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