Menú Cerrar

La profecía auto-cumplida

La teoría de la profecía autocumplida explica que cuando mantenemos una firme creencia respecto a algo o a alguien, acabamos corroborándola.

Decía Henry Ford: “Si crees que puedes, o si crees que no puedes, en ambos casos estás en lo cierto”.  Si nosotros creemos que no podemos, tendremos razón; de la misma forma, si los demás deciden que no somos capaces y elegimos creerles, entonces tendrán razón también. En realidad debería carecer de importancia lo que los demás piensen de nosotros, siempre y cuando no nos abandonemos a actuar “según lo que nosotros creamos que ellos creen sobre nosotros”.

Nuestra mente se limita a obedecer las órdenes que le hacemos llegar, ordenes que variaran según decidamos que lo que acabara ocurriendo será una cosa u otra. Si esperas que algo te suceda te va a suceder: La ley de las expectativas establece que “todo lo que con certeza esperes que te pase se convertirá en tu propia profecía de autocumplimiento.”

Una profecía autocumplida es una expectativa que incita a las personas a actuar de forma tal que ellos mismos provoquen que la expectativa, lo esperado, inevitablemente ocurra.

-Definitivamente: a mí nadie me quiere.

– Pero… ¿Qué te hace pensar así?

– Que se que nadie me quiere. Cuando conozco a alguien y me muestro como soy, inmediatamente me rechazan. En general no gusto…

-¿a qué te refieres con mostrarte como eres?

-No se…decir lo que pienso sin que me importe cómo se lo tomen los demás, hay gente a la que no le gusta la sinceridad. Además no tengo por qué soportar el mal humor de nadie ni que me vengan con sus problemas. Tengo mal genio

-¿Puede ser que a veces te muestres arisco y a la defensiva?

-Y como no voy a estar a la defensiva: si es que nadie me quiere!

La profecía autocumplida nos demuestra cómo nuestro propio subconsciente nos  engaña. En la anterior conversación, como él está convencido de que nadie le quiere actúa a la defensiva, al actuar a la defensiva la gente se siente atacada y se aleja, entonces él finalmente tiene razón: nadie le quiere. Antes de que existiera el rechazo real, él ya lo estaba esperando, y por tanto, provocando. Una vez que nos convencemos a nosotros mismos de que una situación tiene un cierto significado, independientemente de que realmente lo tenga o no, adecuaremos nuestra conducta, o sea actuaremos según esa percepción.

R. Merton en 1948 en su libro Teoría social y estructura social  planteo la siguiente definición:

La profecía que se autocumple es, al principio, una definición «falsa» de la situación que despierta un nuevo comportamiento que hace que la falsa concepción original de la situación, al final, se vuelva «verdadera».

La teoría de la profecía autocumplida no es ni beneficiosa ni perjudicial en sí, ya que solo dependerá del uso que hagamos de ella; al funcionar para situaciones negativas, también puede obrar en nuestro beneficio ya que nos permitirá cambiarlas fácilmente y salir de ellas.

Gabriel García Márquez durante un discurso ante un foro de economistas, al hilo del tema de la crisis económica, relato su cuento “Algo muy grave va a sucederle a este pueblo”  en el que describe una situación de profecía autocumplida:

”Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 19 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde:

-‘No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo’.

 

El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice:

-‘Te apuesto un peso a que no la haces’.

Todos se ríen. Él se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan:

– qué pasó, ¡si era una carambola sencilla!

Y él contesta:

-‘es cierto, pero me he quedado preocupado de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo’.

 

Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mamá, feliz con su peso y le dice:

-Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla, porque es un tonto.

-¿Y por qué es un tonto?

-Porque no pudo hacer una carambola sencillísima, según él preocupado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo.

Su madre le dice:

-No te burles de los presentimientos de los viejos, porque a veces ocurren.

 

Una pariente que estaba oyendo esto va a comprar carne. Ella le dice al carnicero:

-‘Deme un kilo de carne’

y en el momento que la está cortando, le dice:

-Mejor córteme dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado’.

El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar un kilo de carne, le dice:

-‘mejor lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas’.

Entonces la vieja responde:

-‘Tengo varios hijos, mejor deme cuatro kilos…’

Se lleva los cuatro kilos, y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata a otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor.

 

Llega el momento en que todo el mundo en el pueblo está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto, a las dos de la tarde, alguien dice:

-¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?

-¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor!

-Sin embargo -dice otro-, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.

-Pero a las dos de la tarde es cuando hace más calor.

-Sí, pero no tanto calor como hoy.

 

Al pueblo, todos alerta, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz:

-‘Hay un pajarito en la plaza’.

Y viene todo el mundo espantado a ver el pajarito.

-Pero señores -dice uno- siempre ha habido pajaritos que bajan aquí.

-Sí, pero nunca a esta hora.

 

Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.

-Yo sí, soy muy macho -grita uno-. Yo me voy.

Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde todo el pueblo lo ve.

Hasta que todos dicen:

-‘Si este se atreve, pues nosotros también nos vamos’.

Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo.  Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice:

-‘Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa’,

y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.

 

Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, y le dice a su hijo que está a su lado:

-Vistes m’ hijo: algo muy grave iba a suceder en este pueblo “

Gabriel García Márquez

Somos artífices de nuestra realidad, inconscientemente la mayoría de las veces. Tenemos la extraña habilidad de conseguir que se hagan realidad nuestros sueños, pero no por un azar ni por ironías del destino, sino de forma activa, predisponiéndonos a que ocurran y transformando la realidad para que se cumplan. Pero… tanto los sueños…. como las pesadillas.

El “efecto Pigmalión”, o el sueño hecho realidad, se produce cuando alguien logra lo que se había propuesto por el simple hecho de estar convencido de que era capaz de conseguirlo.  Su efecto es puramente psicológico y puede producirse con carácter positivo, creyéndose uno capaz de alcanzar ese logro, lo cual hace que aumente su autoestima, o con carácter negativo al verse paralizado cuando su autoestima disminuye por creerse incapaz de lograrlo.

El efecto Pigmalión hace referencia al mito griego en el que Pigmalión se enamora de una de las esculturas que había creado, a la que dio el nombre de Galatea. Era tan intenso el amor que profesaba a Galatea que comenzó a tratarla como a una mujer de carne y hueso. Una noche que Pigmalión dormía, Afrodita, Diosa del Amor, conmovida por la pasión que este sentía por la estatua hace que Galatea, tal y como era su sueño, cobre vida.

Lo que conocemos como “efecto Pigmalión” fue estudiado a inicios de la década de los 60 por Robert Rosenthal, psicólogo de la Universidad de Harvard , Rosenthal comprobó cómo las expectativas, tanto propias como ajenas, que se tienen sobre un individuo influyen en el comportamiento de éste, y lo hizo a través del siguiente experimento: en una escuela primaria del Bronx neoyorquino realizo diversos test de inteligencia a un grupo de alumnos de entre 7 y 11 años. Simuló que analizaba los resultados y comunicó a los profesores que una mitad de cada clase, elegida al azar y sin tener en cuenta los resultados reales del test, tenía un coeficiente intelectual muy superior a la media,  mientras que la otra mitad tenía una inteligencia o capacidad mediocre. Los resultados de este experimento arrojaron que aquellos alumnos que se habían considerado más inteligentes obtuvieron al final de curso mejores calificaciones que el otro grupo. Lo realmente ocurrido fue que como el profesorado los consideró inteligentes, les trato como inteligentes estimulando sus capacidades, los estudiantes se lo creyeron y efectivamente actuaron como tales.

Nuestro comportamiento está determinado por la percepción y posterior interpretación que tenemos de la realidad que nos rodea, y por el significado que damos a cada una de las situaciones independientemente de cuál sea la realidad.

Deja un comentario