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Amor Virtual

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Amor Virtual

 

 

El amor es una emoción intensa y motivadora que escapa a nuestro control. Para que se ponga de manifiesto el amor, al igual que ocurre con la vergüenza, es necesario que tengamos conciencia de nuestra individualidad, requiere de socialización y de un proceso de maduración de nuestro sistema nervioso. Este es el motivo de que se considera una emoción secundaria a diferencia de las emociones primarias que nacemos con ellas.

descarga (1)El amor hace que nos sintamos inmensamente felices o tremendamente desgraciados. Implica pertenencia y entrega y, como característica especial, despierta profunda empatía en quien lo contempla como espectador. Como especie estamos predispuestos al amor, puesto que asegura el mantenimiento y la supervivencia de la misma al impulsarnos a formar parejas y reproducirnos.

Internet ha supuesto un importante cambio en nuestras costumbres, en cómo entendemos la sociedad y en el modo de relacionarnos. Nos comunicamos, nos relacionamos, compartimos, e incluso hay quien se enamora a través de la “red”. De entre todos los tipos de relaciones interpersonales son las relaciones sentimentales las que más influidas se han visto por esta nueva forma de comunicación.

El anonimato, y por tanto la libertad e impunidad que nos ofrece la red, nos proporciona la audacia suficiente para mostrarnos como somos y manifestar nuestras preferencias, pero a la vez nos permite proyectar una imagen de nosotros que podría tener poco que ver con quien somos en realidad, sino mas bien con quienes querríamos ser.

Cuando establecemos una comunicación, un intercambio de pensamientos o emociones con un desconocido a través de internet, imagescomenzamos a experimentar una cierta empatía con esa persona que, creemos, se está sincerando con nosotros. Nos sentimos tan cercanos que nos brota el impulso de estrechar con esa persona lazos afectivos e incluso sentimentales. Este hecho, tremendamente frecuente en Internet, se apoya, como hemos dicho, en la principal característica de este medio: el anonimato.

Esa sensación de anonimato, sumada a la falta de contacto directo, favorece que nos desinhibamos actuando como nos gustaría ser en lugar de hacerlo  como somos en realidad o, por el contrario, que actuemos como no nos atrevemos a hacerlo en la realidad. Como nos sentimos desinhibidos, anónimos y muchas veces bajo una identidad falsa, nos atrevemos a desnudarnos emocionalmente, a tener comunicaciones màs íntimas e incluso osamos compartir o desvelar aspectos secretos de nuestra vida a perfectos desconocidos.

Dado que carecemos de información suficiente y veraz sobre nuestro interlocutor, creamos lazos afectivos basados en lo que imaginamos que es el otro. Tendemos a sublimar las características de la otra persona, creándolas en nuestra imaginación y asignándole atributos que nosotros desearíamos que tuviese. Preparamos un cóctel particular con lo que esperamos, nuestras carencias, lo que buscamos de él y lo que el otro nos comunica en realidad. Obviamos todos esos aspectos que no son del todo de nuestro agrado e intensificamos aquellos que se ajustan a nuestro interés.

images (3)Si llegamos a conectar emocionalmente con el desconocido que tenemos al otro lado del teclado es muy fácil que lleguen a establecerse vínculos sentimentales. A diferencia de la vida real donde estamos sometidos a, entre otras limitaciones, condicionamientos sociales, podemos coquetear o entrar en juegos de cortejo sin ser del todo conscientes de las consecuencias que pueden tener. ¿O acaso sí lo somos?

En el mundo virtual tenemos la percepción de que tales consecuencias no existen o son mínimas. Nos ampara el anonimato: “¿qué puede pasarnos? Además, esto no es real, es como un juego, no hago daño a nadie.” Pero aunque muchos de los que mantienen relaciones sentimentales en la red manifiestan no tener sensación de infidelidad respecto a su pareja real, pocos se lo cuentan a su compañero.

El amor virtual, según explican quienes lo han experimentado alguna vez, se caracteriza por ser muy intenso. El hecho de idealizar al otro hace que el tono emocional se dispare y ese encuentro virtual tome visos de amor adolescente, comportándonos como tales con independencia de nuestra edad. La razón de ese comportamiento es que en realidad nos sentimos como niños experimentando el amor en un entorno nuevo, más libre y con otra sensorialidad. El contacto físico que falta se suple con emotividad y por ello, al  no haber atracción sensorial, hay quien considera que podría ser una expresión de “amor puro”.

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Las relaciones sentimentales virtuales suelen iniciarse sin concederles ninguna relevancia y muchas veces como un simple juego o coqueteo. Poco a poco los individuos se van implicando hasta que se dan cuenta que el grado de implicación es más profundo del imaginado, y es en ese punto cuando el individuo pasa a escudarse en que tan solo se trata de una fantasía irreal. Cuando cae en la cuenta de que se están compartiendo vivencias e intimidades con un desconocido, que con el transcurrir del tiempo ha dejado de serlo, suele ser demasiado tarde. Esa relación comienza a generar en el individuo sensaciones que no quiere interrumpir, amen del hecho de que ha establecido vínculos con otra persona a la que sentiría traiciona si ahora abandonase.

Algunos de los que viven un triangulo amoroso virtual/real, es decir tienen una relación sentimental en el mundo real en paralelo con otra relación virtual, son capaces de diferenciar entre una y otra. Para ellos compatibilizar ambas no es ningún obstáculo, aunque no es lo habitual. Hay quien tiene pareja real y no lo oculta a su amante virtual, el cual, a su vez, puede tener pareja en su vida real. Mientras los dos estén al tanto de las respectivas circunstancias y motivaciones, no tienen por qué surgir conflictos.

La realidad es que las relaciones sentimentales virtuales influyen en las relaciones sentimentales que podamos estar manteniendo en el mundo real.

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Al margen de que idealicemos o no a nuestro “enamorado virtual”, descubrir y experimentar sensaciones nuevas puede hacer que pensemos que nuestra relación real es monótona y carente de interés. Nuestra pareja real podría no sentirse cómoda si supiera que estamos manteniendo una relación sentimental paralela, aunque sea con alguien que nunca llegaremos a conocer en persona; además, detrás del avatar que lo representa hay una persona real a la que podemos herir si no somos conscientes de que siempre detrás de una relación virtual hay sentimientos reales.

En lo que a los celos propiamente dichos se refiere, al margen de que nuestra pareja real se sienta celosa si descubriera que mantenemos una relación paralela, aunque sea virtual, los celos también pueden aparecer por el simple hecho de pasar tiempo en un mundo ajeno a ella, donde estamos experimentando sensaciones de las cuales no participa, eso sin tener en cuenta el tiempo que le robamos de estar con ella.

Como en todo triángulo amoroso, al igual que en la vida real, existe la posibilidad de que el “amante virtual” sienta celos de la pareja real cuando uno de los dos, si no los dos, quieren llevar la relación virtual al plano real. La pareja del otro, que antes no era competencia, comienza a serlo.

Destaca el hecho de que muy pocos de aquellos que establecen relaciones sentimentales virtuales se lo comunican a su pareja, a pesar de que afirman que no tienen sensación de estar siendo infieles, lo que trasluce que existe algún sentimiento de culpa. Se justifican diciendo que consideran normal y aceptable ser infiel “de pensamiento” y tener fantasías ocasionales con distintas personas distintas de su pareja. Consideran el amor virtual como una fantasía compartida con otra persona que al no ser real no pone en peligro la estabilidad de su pareja.

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Jugar a enamorarse es peligroso, los sentimientos no diferencian lo real de lo virtual y por eso en el mundo virtual, el “amor” nos puede pillar desprevenidos.

 Paloma Hornos

 

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